Rocio Arbulu
Experta en Cultura y Comunicación Corporativa

22 de enero de 2021

Tengo un hijo de 12 y uno de 6… y sobre todo por el segundo, debo admitir que las películas animadas están dentro de mi rango de elección un fin de semana. Por eso, el último sábado por la noche nos pusimos cómodos en el sofá y le dimos play a Soul (la película que veíamos por anuncios en cada red social o plataforma digital por la que navegábamos).

Sin duda, la reciente entrega de Pixar es una de esas películas que trasciende de lo común y que, con un excelente desarrollo emocional y musical, nos pone a reflexionar sobre nosotros, mirarnos hacia dentro y preguntarnos ¿qué estamos haciendo hoy con nuestras vidas? ¿cómo lograré reconectar conmigo mismo? ¿cómo estoy disfrutando mi vida? Preguntas que para muchos podrían ser ya conocidas y, para muchos otros, no del todo…

Nos pasamos años buscando eso que nos motive, sintiendo a veces que nada es tan espectacular como quisiéramos. Muy a menudo tenemos una idea de “por dónde va” pero nos preocupa que no esté claro como el agua.

El qué vamos a hacer con nuestras vidas es una pregunta que empezamos a hacernos a veces desde muy pequeños. ¿Recuerdan que cuando estábamos chiquitos nos daban esos consejos o sugerencias sobre qué debemos hacer para vivir bien o hacer bien las cosas?

Como nuestro amigo protagonista de la película, muchos terminamos solamente persiguiendo un sueño y viviendo exclusivamente para cumplirlo. Pero la poderosa enseñanza de Soul es que ese sueño es importantísimo, pero tan solo es una parte de todo lo que realmente somos. Porque Joe también es hijo, un buen amigo, un buen trabajador y un buen profesor que inspira a sus alumnos.

¿Qué quiero decir? Pues bien, los sueños, los propósitos, las metas o grandes objetivos son muy importantes, pero nuestras vidas no sólo se pueden vivir a través de ellos, necesitamos ser flexibles y sobre todo disfrutar el camino, la experiencia. 

Lo mismo pasa en la empresa. La experiencia del colaborador (EX), mientras va por ese propósito que nos hemos planteado como organización (esa razón de existir de la compañía), es igual de importante que el propósito mismo, necesitamos asegurar entonces que nuestros colaboradores la disfruten y la encuentren enriquecedora. 

Y ojo, la experiencia no es solo ser tratado bien y bonito, sino también brindar las herramientas y fomentar las vivencias positivas en el camino del colaborador por la empresa. Es entender las etapas de este journey y como gestionarlas.

Pensemos. Este 2020 nos demostró que las cosas pueden cambiar más rápido que lo que imaginábamos ¿o no? Y lo peor es que, en muchos casos, no fue para bien. Muchas vidas perdidas, muchas angustias y mucha incertidumbre invadió las almas de millones de personas, este es el mensaje que claramente muchos necesitábamos para iniciar un 2021 con la mentalidad puesta en que existe un mundo que no nos debemos olvidar de vivir.

No miremos nuestra razón de existir solo como un gran evento supremo que alcanzar sino como cada instante que vivimos también, porque el cómo interpretes cada momento, cómo lo sientas y el estado en que te coloca, es lo que hace que sea trascendental para ti.

Revaloremos también la importancia de la experiencia, del camino.

Lo esencial es invisible a los ojos

Como pasó con el alma 22, ella encontró que vivir puede ser disfrutar un buen pedazo de pizza, escuchar a alguien tocar en el metro, contemplar el caer de las hojas de un árbol, empatizar y conectar con personas en una barbería…

No estamos diciendo que tener un propósito no sea muy importante, pero nunca debemos olvidar lo que respira o vive a nuestro alrededor.

Hoy les hago una invitación: abramos los ojos del alma y entendamos que si meditamos y observamos lo que hay alrededor nuestro, encontraremos muchas cosas por las que vale la pena vivir mientras seguimos en la búsqueda de alcanzar nuestro propósito.

Y recuerda que tu propósito puede empezar haciéndote la siguiente pregunta: ¿Cuáles son esas cosas que te hacen realmente feliz?

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